Cudillero.
En la bajada por
carretera hacia Cudillero, la acogedora villa marinera ya nos enamora. El
asfalto, el verde y el azul del mar van fundiéndose en una bonita estampa. Una
vez llegamos y estacionamos el paseo hasta la plaza central es encantador y
bucólico. Entre barquitos, puestos de artesanía, aves y el Cantábrico
presidiéndolo todo pronto nos fundimos con el paisaje y nos dejamos llevar
hacia donde el pueblo desee.
Cudillero es un lugar
ideal para pasar tres, cuatro horas en una tarde de primavera o verano. También
para detenerse a comer o a cenar o apurar las últimas horas del día después de
haber pasado el día en una de las playas del occidente asturiano.
Con sus restaurantes a
pie de puerto, sus heladerías, sus cafés y sus tiendas de recuerdos y artesanía
hay muchos y variados planes para realizar en la encantadora villa Pixueta.
En mi última visita a
Cudillero hace unos días tapeé en el restaurante El Remo y luego degusté un
helado en La Cuquiterraza, una, como su nombre indica muy coqueta heladería situada en
mitad del paseo marítimo, para luego comprar unos preciosos pendientes para una
amiga en la tienda de artesanía Marejada situada en el centro de la villa.
Vengan a Cudillero,
piérdanse en él, descúbralo, un pueblo maravilloso, un pueblo para sentir.
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