Valoración 10/10
Tocar el cielo a costa del infierno.
De los no demasiado numerosos recuerdos
cinéfilos que conservo de los 90, brilla con luz propia el extraordinario segundo
film de Alex de la Iglesia, una de las mejores películas de aquella época
marcada por la Universidad, la bohemia, la noche y el Rock and Roll. El Día de
la Bestia me cogió en el momento justo, en un cine repleto de veinteañeros con
unas ganas tremendas de continuar la fiesta en la que llevábamos inmersos desde
sólo el diablo sabe cuando y aquello fue el no va más de la carcajada y la
diversión. Claro que sí, había ganas de juerga y Alex nos dio exactamente lo
que queríamos.
Esta película es sin duda un ente
maligno programado para que te lloren los ojos durante todo el metraje, cada
personaje, cada frase, cada giro de guión, todo es tan descacharrante que no
tienes otra opción que entrar en su juego y romper a reír, descubrirte ante
Alex y salir del cine con unas ganas tremendas de quemar los bares con los
colegas mientras se recuerdan una y otra vez pasajes del film, cosa que
nosotros hicimos durante semanas, porque la sombra de la película se extendió
por todas partes como estandarte de lo más cool, cuando ser cool aún molaba de
verdad y no se había desvirtuado su significado.
El Día de la Bestia funcionaba tan bien
como comedia que podías repetir la experiencia la semana siguiente y partirte
la caja aún más que la primera vez porque aguanta varios visionados en un plazo
corto de tiempo. Recuerdo haberla visto unas cuatro veces en el periodo de un
año y salir siempre entusiasmado del cine. Desde luego que el trío protagonista
con un Santiago Segura absolutamente demoledor a la cabeza no podrá igualar
jamás lo que aquí se logró, y de la Iglesia, aunque sigue siendo un gran
cineasta, probablemente tampoco, mera cuestión de lógica cuando el futuro de tu
propia obra se enfrenta a algo tan difícilmente superable.
Como anécdota les contaré que en plena
fiebre provocada por el film Alex Angulo fue invitado al Festival de Cine de
Gijón y durante su estancia en la ciudad salió de copas con varios amigos míos
aunque yo supe de ello después porque no sé donde me encontraba ese día. Lo que
me contaron fue que en medio de una cogorza de proporciones descomunales
agobiaron a Angulo con todo tipo de preguntas y detalles sobre la película y no
hacían más que señalarle y decir en voz alta: Es él!!! Es él!!! Supongo
que esto puede parecerles estúpido pero deben achacárselo al alcohol, a la
juventud, y sobre todo a la influencia misma que El Día de la Bestia consiguió
causar en aquella generación.
“- ¿Ha leído usted a Tritemio?
- ¿A Tritemio? No, creo que no
- Pues es fundamental “
( Del Libro " EL CINE QUE RESPIRA " , Oviedo 2014 )

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