Siempre he creído que el único fallo de
los hermanos Lumiere fueron los fotogramas escogidos para mostrar su gran
descubrimiento al público: la fría llegada de un tren. Esto demuestra que ante
todo los Lumiere no eran artistas si no científicos, y sí, trajeron el invento
pero no supieron darle el uso adecuado. Por suerte para nosotros hubo gente con
inquietudes que supo ver las posibilidades que aquella nueva técnica podía
ofrecer. Uno de ellos se llamaba Buster Keaton.
Y debemos agradecerle a Keaton que no se perdiera en vericuetos políticos, idealistas o pretenciosos como hicieron otros pioneros del cine, escogiendo un camino mucho más cercano al hombre de a pie que acudía a ver aquellas primeras películas mudas. El amor y la risa, eso es Keaton lo cual no quiere decir que su cine no fuera extraordinariamente complejo. Tomando como base dichos elementos universales para combinarlos de una manera inteligente ha conseguido que sus películas permanezcan a día de hoy tan frescas y vitalistas como hace ya casi un Siglo.
Le tengo además un cariño especial a El Moderno
Sherlock Holmes por ser la primera película que utiliza el recurso del cine dentro
del cine desarrollándose en el interior de la pantalla la mayor parte del
metraje, fundiéndose de manera espléndida con el principio y el final que se
desarrollan en el mundo real. Entremedias una situación cómica detrás de otra
algunas realmente buenas y como siempre una historia de amor que es realmente
de lo que Keaton quiere hablarnos aunque se ampare en esta ocasión en una
liviana trama de ladrones y detectives.
Me gusta Keaton por su sencillez y porque su forma de ver las cosas es muy similar a la mía. Aquí lo que importa es quedarse con la chica, ese es el arte y esa es la vida, y esa es también la diferencia entre un creador y un científico. Si Keaton hubiera inventado el cine su primera proyección pública no hubiera consistido en mostrar las imágenes de un tren en movimiento, seguramente hubiera escogido la magia de un beso en el que previamente el galán hubiera resbalado sobre la acera. Amor y risa atrapando la misma esencia del arte. Un genio Keaton y también un sabio. Y por encima de ambas cosas un hombre.
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