Valoración 8/10
Cuando Superman viste de calle.
Nunca me atraparon los cómics de
superhéroes. Me gustaban otro tipo de cómics: Astérix, Tintín, los Pitufos o
toda la cosecha patria con Mortadelo y Filemón a la cabeza. Recuerdo mi primer
cómic de Marvel, era de Los Cuatro Fantásticos, y no sé por que no me
entusiasmó. Desde la infancia hasta hoy mi relación con el mundo de los
superhéroes y el cómic para adultos ha
sido muy escasa. No venero a Stan Lee, no he leído a Frank Miller, se quien es
Alan Moore por las adaptaciones de sus obras al cine... tengo amigos
enganchadísimos al mundo del cómic que realmente disfrutan con ello, pero a mi
siempre me ha parecido algo ajeno y lejano.
Otra cosa es el cine de superhéroes que
he visto. Del primer Superman al Caballero Oscuro me he tragado unas cuantas
películas, y la verdad es que con la salvedad de los dos Batman Burtonianos
casi todo me parece prescindible. Por eso me parece muy curioso lo que me pasa
con esta personalísima aproximación de Shyamalan al universo de los
superhéroes.
Me encanta esta película. La primera vez
que la vi la historia me fue envolviendo hasta dejarme helado con ese final de
vértigo. Creo que tal vez, el truco que cierra de manera perfecta el círculo
podría haberlo previsto antes de tiempo pero como estaba ensimismado con las peripecias
de Wills y su enigmático protector (soberbio Samuel L. Jackson) me dejé llevar
sin sentir en ningún momento que el indio me estuviera embaucando. Shyamalan
tiene en mi opinión dos grandes películas: una es El Bosque, otra ésta. Me
gusta esa pluralidad de opiniones que siempre provoca con sus obras, a mi mismo
me irrita La Joven del Agua y no conecto demasiado ni con El Sexto Sentido, ni
con Señales. En un término medio se queda El Incidente.
Considero a El Protegido como la mejor
película de superhéroes jamás rodada. Diferente a todas las aproximaciones
conocidas, partiendo de la cotidianeidad de un hombre en un principio normal y
corriente que dudará de si mismo y de su condición humana. Samuel L. Jackson,
su antítesis, no puede si no crearlo y moldearlo a su manera porque de él
depende su propia existencia. Porque la película habla al fin y al cabo de la
atracción entre dos polos opuestos que se complementan y se necesitan buscando
el equilibrio.
Ver a un hombre disfrazado de araña colgándose de edificios me parece mas que nada una tontería, pero el dialogo final entre el héroe y su mentor en esta peculiar película me parece apasionante. Las telarañas, los leotardos y los villanos mutantes tienen todas las de perder, como fuegos de artificio que se esfuman ante una buena idea. Merece la pena disfrutar del enfoque del indio inquieto a todo ese mundo. Tiempo tienes a decir que otra vez te ha engañado, aunque yo no he visto la trampa esta vez, solo talento y buen oficio detrás de la cámara.
(Del Libro "EL CINE QUE RESPIRA", Oviedo 2014)
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