Valoración 9/10
La carne accidental.
Camina nuestra carne por vericuetos de deseo, pasión, amor, egoísmo... y tendrás suerte si la tuya ha decidido seguir los caminos convencionales. Porque a veces la carne en los seres humanos se desvía transitando por terrenos oscuros, pasadizos, atajos que desembocan en el dolor, en la sangre, tal vez en la aberración. Esa carne que en cada individuo busca su identidad, que no es otra que la obtención del placer, bifurcado en tantas direcciones como cuerpos, sencillo sólo cuando se encuentra en línea recta pero tan complicado cuando el sexo no quiere, no puede si no mostrarse desde la diferencia, la exclusión, el tabú y la marginación.
Se mueve mi carne por la vía más transitada, la considerada dentro de los márgenes aunque siempre habrá quien tenga límites aún más pequeños, pero mirando fuera de ellos se me abren mundos extraños que puedo observar desde la barrera con un punto equidistante entre la incredibilidad, el morbo y el asombro. No quiero experimentarlos, sé que no son para mí pero puedo acercarme a ellos como un voyeur, ajeno a la participación pero abierto a conocer aunque solo sea con la superficialidad del que observa los diferentes caminos que mi naturaleza no podría si no rehuir y rechazar.
Y en esta película retorcida y lúgubre
de una intensidad casi perversa donde la carne solo se realiza a través de la
colisión apocalíptica entre el sexo y la velocidad hasta llegar a un orgasmo
bizarro provocado mediante accidentes automovilísticos, miro y asisto perplejo
a lo que me parece un esperpéntico espectáculo de barraca de feria, de cuerpos
desnudos que se buscan entre hierros y kilómetros, y sin embargo tal vez tan
parecidos a mi cuando persigo el placer en el cómodo camino que ha escogido mi
carne.
Dura, fácilmente detestable, tal vez
incomprensible, tiene de todas maneras la fuerza propia de su director y si
consigues entrar en ella puede ser que consiga fascinarte aunque una vez
finalizada solo quieras mirarte a ti mismo y olvidarte por un tiempo de los
demonios que se esconden más allá de tus propias fronteras allí donde el placer
de otros se convierte en un terreno desconocido mientras hace palpitar las
entrañas de la carne accidental.
( Del Libro "EL CINE QUE RESPIRA", Oviedo 2014)